brunaMe matriculé en la UMH en septiembre del 2000. Tenía entonces 41 años, 3 hijos y una actividad profesional en pleno apogeo: la empresa dediseño de lámparas que realizaba en mi pequeño taller de Moraira, contaba con 3 empleados, y requería atención constante.

A pesar de todo, pensé que el programa que ofrecía el primer curso de Bellas Artes podría aportarme unos conocimientos que difícilmente adquiriría en solitario, y que serían beneficiosos para mi actividad: moldes, materiales, dibujo, color… No creo que en aquél momento tuviera intención de acabar la carrera, sólo sentía la necesidad de ampliar horizontes.

El primer año fue intenso y maravilloso, tanto a nivel intelectual como humano. Aprendí mucho, no siempre en el sentido que yo esperaba, pero indudablemente cambió mi perspectiva vital. Tuve la suerte de tener profesores y compañeros excepcionales, con los que, 16 años después, conservo contacto y amistad.

Y no pude parar. Tardé 10 años en acabar la carrera, el último con un programa SICUE en la UCM de Madrid, donde resido actualmente.

Mi trabajo con la luz y el color ha ido evolucionando en estos años, estoy cada vez más contenta con lo que hago, que al fin y al cabo es de lo que se trata. Y esto, en parte, se debe a mi paso por Altea.

Un profesor nos dijo una vez, en la presentación de su asignatura, que su única intención, a lo largo del curso, era que fuésemos felices pintando. En aquél momento me pareció absurdo y pretencioso. Hoy le doy las gracias y le digo: misión cumplida. Y lo que nos queda…

 

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